C. Sistema monetario racional y medida de mercado.
Capítulo 8. Mercometría y mercológica.
- Objetivos de este capítulo.
- ¿Es la actual economía una ciencia experimental?.
- Conceptualización y delimitación del objeto de
estudio.
- Contrastación experimental.
- Estadística y estadísticas.
1. Objetivos de este capítulo.
La reforma monetaria propuesta tiene consecuencias muy importantes desde
el punto de vista del conocimiento científico del mercado.
En este capítulo se tratará de ver como, mediante la factura-cheque
telemática como único instrumento monetario legal, es posible
convertir definitivamente el mercado monetario en «objeto de estudio
científico».
2. ¿Es la actual economía una ciencia experimental?
El carácter científico de lo que hoy llamamos economía
es ciertamente muy discutido. Los propios economistas no han llegado a
ponerse de acuerdo sobre si se reconoce o no a la economía un estatuto
científico.
Las posturas son divergentes; pero la cuestión de fondo es el
criterio que se escoge para distinguir lo que es ciencia de lo que no lo
es. Así, aquellos que asumen un criterio riguroso, que remiten toda
ciencia a la condición de un serio contraste experimental, admiten
que la economía, hoy por hoy, no tiene nada de científica.
Mientras que aquellos que tienen criterios más amplios, optan por
afirmar que la economía es una ciencia.
Desde una visión rigurosa, que es la que aquí se propugna,
la ciencia puede definirse como cognición empírico-fenomenológica
pro-experimental. Esto significa que toda disciplina científica
comporta, como mínimo, el cumplimiento de las siguientes condiciones:
-
Observación cualitativa de los fenómenos estudiados;
-
separación analítica de pervalencias (valores privilegiados)
en los fenómenos estudiados;
-
cuantificación y cálculo de dichas pervalencias;
-
postulación de hipótesis de trabajo, en función de
los resultados obtenidos en el análisis y cálculo anteriores;
-
contrastación experimental de las hipótesis: nuevos hechos
reales han de probar la validez (confirmación) o invalidez (infirmación)
de las hipótesis propuestas para explicar la realidad empírica
del mercado.
Si adoptamos este criterio, el primer problema que hay que resolver es
el de por qué la economía no es actualmente una disciplina
científica.
Este problema se sitúa, evidentemente, en el contexto más
amplio de la cientificidad de las «ciencias sociales» (como
ya se ha dicho en el prólogo). Las dos causas principales de la
actual carencia de rigor científico en este campo son, repetimos,
los dos hechos siguientes:
-
La ideología infiltrada, favorecida por la falta de precisión
y univocidad semánticas, genera confusiones y equívocos,
conflictos insolubles entre conceptos sin ninguna base empírica,
y únicamente lleva a callejones sin salida.
-
La falta de instrumentos de medición exactos y precisos impide la
contrastación experimental de las hipótesis y modelos elaborados
para la explicación de los fenómenos.
De como superar esta situación nos ocuparemos en los siguientes
apartados.
3. Conceptualización y delimitación del objeto
de estudio.
La disciplina que recibe el nombre de «economía»
abarca actualmente un conglomerado de conocimientos aproximativos y de
hipótesis poco contrastadas, sin ninguna definición disciplinar
rigurosa que les dé unidad, y sin que su campo de aplicación
se encuentre debidamente acotado.
La división de la economía en distintas partes y diferentes
ramas, así como la importancia relativa de éstas, es una
cuestión patentemente ideológica, ya que varía según
los diversos autores y las diferentes escuelas. Lo mismo pasa con la definición
de los conceptos elementales.
Para hacer frente a esta situación, hay que llegar a definir
con precisión y univocidad unos conceptos básicos de ámbito
puramente fenoménico, sin recurrir a ideologías que confunden
los fenómenos con los ideales. Esto es lo que se ha
intentado hacer en el primer capítulo
de este ensayo. Como se ha visto allí, en lugar de hablar de una
«economía» hablamos de un utilitarismo, entendido
como «sistema de producción y distribución de bienes
utilitarios en el marco de una comunidad cualquiera» y, en lugar
de tratar de una disciplina «económica», tratamos de
antropobiofísica
utilitaria.
En el caso de los sistemas utilitarios vigentes en el «mundo civilizado»,
la antropobiofísica se concreta en mercológica, y
más específicamente en «mercológica monetaria»,
ya que dichos sistemas se caracterizan por la omnipresencia de un mercado
mediatizado por un sistema monetario.
Así, el objeto de estudio de la ciencia mercológica
son los mercados monetarios, definidos como «conjunto de cambios
monetarios elementales en un espacio-tiempo dado». Alrededor de este
eje fenoménico central pueden irse estructurando las múltiples
ramas especializadas -sectoriales, aplicadas, institucionales, macro/micro-mercantiles,
etc.- de la disciplina.
Por lo que se refiere al término «economía»,
tan rico en significados, aquí se reserva especialmente para denominar,
de acuerdo con su sentido originario, una cierta estrategia de equilibrio
de mercado, es decir, una tecnológica mercantil, que será
tratada más adelante (Ver capítulos
10 y 12).
4. Contrastación experimental.
La otra condición indispensable a toda disciplina que se quiera
científica, es la contrastabilidad experimental de sus enunciados
hipotéticos.
A pesar de su alto valor teórico, un razonamiento deductivista
puro -como el que ha predominado durante mucho tiempo y aún continúa
hoy en mercológica- únicamente puede generar explicaciones
totalmente arbitrarias, si no hay un contacto exhaustivo y permanente con
la realidad de los fenómenos concretos que pretende explicar.
Contrariamente, toda disciplina que quiera obtener resultados eficaces,
y no puramente especulativos, tiene que ser realista, es decir, debe referirse
a fenómenos concretos de fácil observación y cuantificación,
elemento por elemento. Los conceptos utilizados deben ser operativos, es
decir: fácilmente identificables con la realidad fenoménica.
Y, después, esta disciplina ha de poder verificar si sus enunciados
se acomodan a los hechos reales: es decir, tiene que volver al «campo
de batalla» de los fenómenos de los cuales ha partido, para
que pase la prueba de contrastación experimental. Pero, esta contrastación
experimental únicamente es posible si los fenómenos objeto
de estudio están suficientemente cuantificados. Sin cuantificación
exacta no puede haber experimentación contrastadora.
Si se aplica todo esto a nuestro objeto de estudio -el mercado monetario-
es inmediata la comprobación de que la factura-cheque telemática
es, actualmente, un elemento imprescindible para dar a la mercológica
la disciplina científica experimental. Efectivamente, el sistema
monetario es, como ya se ha dicho, el sistema métrico del mercado
por excelencia, y únicamente con un sistema métrico preciso
es posible fijar y cuantificar los fenómenos elementales,
cara a la contrastación experimental de cualquier hipótesis
emitida. Gracias a la factura-cheque telemática, los fenómenos
elementales del mercado, los cambios monetarios elementales, pueden
ser exactamente medidos y documentados, constituyéndose así
una verdadera mercometría, base indispensable de toda posterior
mercológica experimental.
5. Estadística y estadísticas.
Muchos de los modelos que hacen hoy los economistas sobre el mercado
o sobre aspectos concretos de la vida utilitaria, tienen forma cuantitativa.
Pero la inexistencia de un sistema métrico adecuado hace imposible
su contrastación experimental, de modo que estos modelos se quedan
en simple teoría.
Uno de los recursos más corrientes en la investigación
mercológica actual está constituído por la estadística1.
La estadística es una ciencia matemática que permite inferir,
con un grado de probabilidad dado, el valor de ciertos parámetros
considerados en una población, a partir del conocimiento exhaustivo
de parámetros en una muestra reducida seleccionada de dicha población.
La estadística permite, pues, extrapolar los datos-muestra a datos
poblacionales, dentro del margen de probabilidad escogido.
La estadística se utiliza, con muy buenos resultados, en muchas
ciencias. Pero se plantea, en el caso de la mercológica, un problema
que hay que resolver. El problema no es el de la legitimidad de la estadística:
no se trata de preguntarse si se puede hacer o no inferencia estadística
-ya que su utilidad está suficientemente demostrada- sino de preguntarse
por la fiabilidad de los datos-muestra de que se parte.
Siempre que se hable de fenómenos monetarios hay que decir que,
mientras el sistema monetario no sea racionalizado y convertido en un auténtico
sistema métrico científico, la fiabilidad de los valores-muestra
será muy dudosa y, por tanto, la inferencia estadística fallará
por su misma base.
La factura-cheque telemática es, pues, un instrumento imprescindible
para garantizar la exactitud en la captación de los fenómenos
mercantes-monetarios que se observan y sobre los que se quiere, después,
generalizar estadísticamente.
Pero hay que observar que la existencia de una mercometría, -de
una contabilidad global como la que puede obtenerse por la centralización,
según los programas adecuados, de la red telemática monetaria-
hará que en muchos casos, el trato estadístico-inferencial
citado se reserve para nuevos problemas, ya que los valores de los parámetros
monetarios considerados en la población pasarán a ser un
dato conocido con exactitud y fiabilidad muy grandes (únicamente
con la fuente de error imputable al propio sistema telemático).
Esta centralización contable de la actividad mercante-monetaria
será analizada con más detalle en el próximo
capítulo.
Nota:
1Hay
que diferenciar bien la estadística (técnica matemática)
de las estadísticas (colecciones de datos cuantificados).
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