D. Sistema monetario racional y estrategias de mercado.
Capítulo 10. Una hipótesis sobre estrategia
de mercado interior.
- Objetivos de este capítulo.
- Enunciado general de la hipótesis.
- Aproximación a una formulación algebraica de la
hipótesis y estrategia consecuente.
- Estrategia real del mercado interior.
- Socialización del bien común mercantil.
1. Objetivos de este capítulo.
En el capítulo 2, se ha dicho que
el sistema monetario es el instrumento de una función importantísima:
la estrategia equilibradora del mercado.
El equilibrio del mercado a que se refiere, es aquel que se obtiene
cuando al volumen precio-mercantil total (mercancías producidas
expresadas por sus precios), le corresponde una masa monetaria de hacienda
activa (compras reales de dichas mercancías) exactamente igual.
Esto significa, simplemente, que todas las mercancías producidas
han sido vendidas, que no hay excedentes ni déficits de producción.
Este equilibrio no se obtiene de manera automática, sino que,
por norma general, y debido a la misma dinámica del mercado, el
poder de compra disponible es inferior a la capacidad productiva del mercado.
Esta situación de desequilibrio debe corregirse mediante una estrategia
conocida con el nombre de invención de dinero.
En este capítulo, se presentará un proyecto para la racionalización
de esta estrategia, a partir, evidentemente, de la implantación
de la factura- cheque telemática como único instrumento
monetario legal: esta clase de instrumento es el único que puede
proporcionar la información necesaria para dicha racionalización.
El proyecto se presentará bajo forma de hipótesis de
trabajo sobre el mercado, hipótesis que deberá ponerse
a prueba experimentalmente; prueba realizable, precisamente, gracias a
la implantación de la factura-cheque telemática.
2. Enunciado general de la hipótesis.
La hipótesis que sirve de base a la estrategia que se propondrá,
la llamaremos «hipótesis de la invención política
de dinero comunitario, en función de los excedentes de producción»
o, brevemente, «hipótesis del bien común mercantil».
Consiste en postular, en el mercado:
-
Una insuficiencia crónica de poder de compra;
-
La presencia activa de unas fuerzas de producción comunitarias
no remuneradas por el mercado;
-
Y, como consecuencia, la posibilidad de inventar un poder de compra
comunitario remunerador de aquellas y equilibrador del mercado.
En realidad, la constatación de una insuficiencia crónica
de poder de compra en el mercado, más que una hipótesis,
puede decirse que es un hecho casi evidente a cualquier observador objetivo.
Se trata de sub-consumo y de sub-inversión, es decir:
de excedentes no vendidos de mercancías de consumo y de mercancías
de inversión, realmente ya producidas y de calidad tecnológica
que las hace vendibles.
Es esta constatación práctica la que guía a los
Bancos en su actividad diaria: la concesión de créditos
no es más que el aprovechamiento inteligente de una sobreabundancia
productiva desaprovechada por falta de poder de compra. Los enormes beneficios
de los bancos son buena prueba de que la invención de dinero es
absolutamente necesaria para el mercado.
Es también esta insuficiencia crónica de poder de compra
la que explica la deuda pública de todos los Estados contemporáneos.
La deuda pública no es otra cosa que la invención de dinero
por parte del Estado, para hacer frente a las necesidades presupuestarias:
esta invención debe estar basada, en principio, en las capacidades
productivas de toda la sociedad geopolítica; si no fuese así,
ya haría mucho tiempo que los Estados se encontrarían en
quiebra total.
El fenómeno complementario a la insuficiencia de poder de compra,
es el de la presencia de unas fuerzas productivas muy importantes, pero
no
remuneradas por el mercado histórico y actual. Este fenómeno
ha sido estudiado últimamente bajo el nombre genérico de
factor
residual. Algunos economistas se dieron cuenta de que la producción
total de una sociedad geopolítica tecnológicamente desarrollada,
no podía explicarse completamente recurriendo a los factores clásicos
de producción: trabajo y capital. La porción inexplicada
se atribuyó entonces a un «factor residual» de producción,
más o menos desconocido e incualificado, pero asimilado generalmente
al progreso y acumulación tecnológicos y culturales de cada
sociedad.
La novedad que aquí se presenta, respecto a la formulación
de este factor residual, radica en dos núcleos principales:
-
La posibilidad, gracias a la factura-cheque telemática, de llegar
a una medición exacta y precisa del factor residual, debido
a los datos analíticos-estadísticos proporcionados continuamente
por la red monetaria telemática.
-
La acentuación de la naturaleza comunitaria de este factor
residual, llamado aquí bien común. Con una visión
amplia -y, evidentemente, sometida al contraste experimental tan pronto
como esté en marcha la factura-cheque telemática-, el factor
residual puede ser identificado con las múltiples dimensiones comunitarias
de todo proceso productivo: la libertad, la paz, la cultura acumulada,
la libertad de información, la innovación tecnológica,
los inventos pasados a dominio público, etc. Todo ello son logros
comunitarios que, de manera natural, espontánea y expansiva, potencian
el rendimiento de los actos de producción. De este reconocimiento
fundamental se deriva una consecuencia política importantísima:
la posibilidad de inventar un poder de compra, que remunere estas
fuerzas
productivas comunitarias, ha de convertirse también en un patrimonio
comunitario.
Dejaremos de lado, de momento, todas las implicaciones directamente políticas
de este planteamiento, para dedicarnos exclusivamente a su vertiente técnica.
3. Aproximación a una formulación algebraica
de la hipótesis y estrategia consecuente.
A. Estrategia auxiliar de mercado.
Hay una condición previa a la formulación de cualquier
equilibrio estratégico del mercado: es una condición puramente
logística, indispensable si se quiere controlar la efectividad de
la estrategia escogida y la validez de la hipótesis propuesta.
Esta condición la llamamos estrategia auxiliar de mercado, y
se trata, sencillamente, de establecer un equilibrio total entre la
masa monetaria abstracta en circulación y la masa valórica
medidora de todas las mercancías intercambiadas.
Este equilibrio se establece automáticamente en un régimen
monetario de factura-cheque, mientras que no se cumple de ninguna manera
en el sistema monetario actual.
Efectivamente, en cada factura-cheque elemental se consigue que las
unidades monetarias implicadas se correspondan perfectamente a los valores
mercantiles de las mercancías intercambiadas. Si eso sucede en cada
factura-cheque, también sucederá en el mercado global, cuando
toda transacción sea mediatizada por factura-cheque.
En el sistema monetario actual, por el contrario, de las unidades monetarias
en circulación no se sabe nunca a qué corresponden, ya que
es posible realizar movimientos monetarios en el vacío, eso es,
sin movimiento correlativo de mercancías; y además de forma
completamente indocumentada.
Únicamente si la masa monetaria en circulación corresponde
exactamente al valor de las mercancías intercambiadas, expresado
en precios (valores precio-mercantiles) y salarios (valores
salario-mercantiles) es posible preguntarse por otros equilibrios de mercado.
Este primer equilibrio, por más que sea formal, es indispensable,
ya que es la garantía de que el espejo del sistema monetario produce
imágenes exactas a la realidad del mercado. Y sin imágenes
exactas y fiables, es impensable diseñar estrategias eficaces para
el mercado, así como controlar los resultados.
B. Los canales de salida del mercado productivo interior.
Antes de continuar avanzando, es necesario que nos paremos para considerar
cuales son los sectores donde, estratégicamente, es más conveniente
situar la invención de dinero equilibrador del mercado.
Hay que recordar aquí los análisis del capítulo
anterior, en que se establecen dos ciclos principales del mercado:
el ciclo de la producción y el ciclo del consumo. En el ciclo
de la producción se establecieron tres subciclos denominados
de la siguiente manera: el subciclo de la producción corriente,
el subciclo de la producción inversiva, y el subciclo del comercio
y las industrias al por menor.
De todos estos ciclos y subciclos, el subciclo de la producción
corriente es el básico y fundamental, el motor de todo el mercado,
ya que él alimenta a todos los otros, o sea, tanto alimenta a los
otros dos subciclos de la producción, como al ciclo del consumo
(a éste por la vía indirecta del subciclo del comercio y
de las industrias al por menor).
Por otro lado, todos los valores precio-mercantiles, producidos en el
subciclo de la producción corriente y del comercio al por mayor,
van a parar finalmente, sea por vía directa al subciclo de la producción
inversiva, sea por vía indirecta, al ciclo del consumo.
Por este motivo, diremos que el subciclo de la producción inversiva
y el ciclo del consumo constituyen los canales de salida del mercado productivo
interior, es decir: los lugares por donde salen y donde van a parar toda
la producción corriente y todo el comercio al mayor.
Si estos dos canales de salida funcionan bien, y si son capaces de absorber
toda la producción del subciclo de la producción corriente,
éste gozará también de buena salud y podrá
crecer y desarrollarse. De manera que la buena salud de los canales
de salida es fundamental de cara al funcionamiento de todo el mercado.
El objeto de toda esta reflexión era el de delimitar los ciclos
y subciclos del mercado en que sería más oportuno inyectar
el dinero estratégicamente inventado. La conclusión de todo
lo que se ha dicho es que esta inyección se ha de hacer en el subciclo
de la producción inversiva y en el ciclo del consumo,
los
dos canales de salida del mercado interior: es aquí donde el
poder de compra inventado puede resultar más dinamizador de todo
el mercado.
Esto no significa que en otros sectores del mercado no sea necesario
o no se pueda inventar poder de compra. Significa únicamente que
la invención de poder de compra de estos otros sectores no es tan
prioritaria, y por lo tanto no es necesario que sea objeto de estrategia
monetaria comunitaria, sino que puede continuar ejerciéndose privadamente,
a través del sistema bancario, como hasta ahora.
C. Cálculo.
El cálculo de la cantidad de poder de compra que hay que inventar
para reequilibrar estratégicamente el mercado de su insuficiencia
de poder de compra, de inversión y de consumo, se basa en la simple
consideración de los excedentes de producción inversiva y
consuntiva existentes en el mercado en cada momento dado, clara expresión
de una capacidad productiva desaprovechada por falta de poder de compra,
y de fácil y seguro conocimiento a través de la implantación
de la factura-cheque telemática.
En el subciclo de la producción inversiva, tendríamos
entonces:
El poder de compra inversivo a inventar es igual: a las ventas
potenciales en inversión menos las compras reales
en inversión.
Las ventas potenciales se obtienen por declaración de
las propias empresas productoras de mercancías inversivas. Las compras
reales se obtienen por la simple suma de las facturas-cheque de
inversión correspondientes al período considerado (dinero
privado inversivo activo).
Igualmente, en el caso del ciclo de consumo, tendremos:
Poder de compra de consumo a inventar es igual: a las ventas
potenciales en consumo menos las compras reales en consumo.
Las ventas potenciales se obtienen aquí por la suma de
todas las facturas-cheque de los comercios e industrias al por menor a
sus proveedores, suma a la cual hay que añadir el margen comercial
mínimo de estos comercios e industrias. Las compras reales se obtienen,
como en el caso anterior, por la simple suma de las facturas-cheque
de consumo (dinero activo de consumo).
4. Estrategia real del mercado interior.
Resumiendo todo lo que se ha dicho hasta aquí, la estrategia
de mercado que se propone consiste en inventar, de manera rigurosamente
cuantificada, un poder de compra que, en función siempre de los
excedentes de producción presentes en el mercado, se inyectará
en dos sectores clave: el de la producción inversiva y el del consumo.
Esta invención ha de poner remedio a la insuficiencia crónica
de poder de compra que sufre el mercado, reequilibrándolo y dándole
nueva vitalidad.
Hasta ahora, la invención de dinero ha sido una función
llevada a cabo por los Bancos y por los Estados. Ahora bien, el hecho de
que no exista un sistema monetario informativo significa que ni los Bancos
ni los Estados pueden elaborar su estrategia de acuerdo con un conocimiento
exacto de la realidad mercantil.
En consecuencia, muchas veces la estrategia resulta desequilibradora
porque:
-
No es global ni integrada a nivel de toda la sociedad geopolítica;
-
No es exacta, sino casi siempre excesiva o deficitaria, provocando así
las conocidas crisis de inflación y deflación monetarias;
-
El poder de compra inventado no va a parar finalmente a aquellos sectores
sociales y mercantiles donde haría falta para equilibrar el mercado.
La simple puesta en marcha de un sistema monetario telemático permite
poner remedio a todos estos inconvenientes. La factura-cheque telemática
es la base:
-
de la confirmación o infirmación experimental de la hipótesis
de la posibilidad de inventar dinero en función de los
excedentes de producción;
-
y, en caso de confirmación, del conocimiento exacto y preciso
del alcance de esta posibilidad.
De esta manera la estrategia de invención de dinero puede llegar
a ser, por primera vez, racional y científica.
Ahora bien, la técnica puramente métrica-monetaria de
la invención de dinero, que se resuelve por la simple inscripción
de cifras en una cuenta corriente, es a la vez un instrumento potentísimo
de política económica. Es por ello que suscita gran cantidad
de cuestiones.
Efectivamente esta invención de dinero tiene que englobarse coherentemente
en el marco de una opción política que determine los sujetos
y los límites de la acción monetaria; y debe dotarse de las
medidas técnicas que garanticen el cumplimiento de los objetivos
políticos.
Como ya se ha señalado en diversas ocasiones, no es aquí
donde se explicitará con detalle el ideario político subyacente
a la praxis monetaria que se propone. Pero sí que se darán
algunas pinceladas, y, sobretodo, se enumerarán algunas de las medidas
técnicas que, con la finalidad de conseguir los objetivos perseguidos,
deben aplicarse directa o indirectamente sobre la organización del
sistema monetario.
El próximo apartado se dedicará a la exposición
de estas medidas.
5. Socialización del bien común mercantil.
Según la hipótesis expuesta, la capacidad de inventar
dinero se explica por la existencia, en el mercado, de unas fuerzas
de producción de naturaleza comunitaria, unas fuerzas comunitarias
que no son remuneradas adecuadamente y que se traducen en excedentes de
producción no vendibles.
Estas fuerzas comunitarias de producción no son ningún
misterio, sino que pueden explicarse de diferentes maneras.
Una explicación factible es la que considera el esfuerzo productivo
de las generaciones pasadas. Por ejemplo, nadie paga royalties para
poder construir o utilizar una rueda.
Otra explicación posible es la que tiene en cuenta el nivel cultural
global de una comunidad: la sabiduría, la paz, la cultura, la educación,
el desarrollo técnico, el bienestar social, psicológico,
material... son factores que, indirectamente, pero innegablemente, contribuyen
en gran medida a elevar la productividad de cada comunidad humana.
Otro factor importante a tener en cuenta es la libertad mercantil. Cuanto
más libremente puede organizarse un mercado, disponiendo de toda
la información estadística, exacta y exhaustiva, mayor es
su vitalidad, y mayor es, pues, su capacidad de generar excedente mercantil.
No se pretende dar aquí una explicación rigurosa y completa
sobre la actuación de los agentes de producción comunitarios;
se quiere, simplemente, recalcar que todos estos factores activos de producción
no pueden ser considerados como propiedad privada de nadie, sino que son
patrimonio de toda la comunidad. Es por este motivo que se propugna la
socialización
de este bien común.
La socialización del bien común no significa, de
ninguna manera, la socialización de los excedentes de producción,los
cuales pertenecen a cada libre productor. Por socialización del
bien común mercantil se entiende que la capacidad de inventar
dinero en función de los excedentes de producción inversiva
y de los excedentes de los comercios e industrias al por menor, es patrimonio
de la sociedad geopolítica: ésta, a través de
su gerente -el Estado-, es la única con capacidad constitucionalmente
reconocida para inventar dinero en función de los excedentes de
producción inversiva y de consumo.
Pero hay que distinguir claramente esta invención socializada,
de la invención, bancaria de dinero, que podrá continuar
existiendo paralelamente a ella. La clave de esta distinción fundamental
radica en las diferentes garantías monetarias que dan soporte
a los diferentes tipos de invención de dinero.
Tradicionalmente, los bancos han usado indiscriminadamente de los llamados
recursos
ajenos como garantía de sus créditos. Aquí se
propone, en cambio, limitar el campo de acción de estas entidades
privadas a los recursos propios, o contractualmente cedidos a ellas a tales
efectos.
La garantía abstracta-monetaria de la invención comunitaria
de dinero estará constituida por todos los saldos positivos
diarios de todas las cuentas corrientes «a la vista» (dinero
no
gastado o pasivo). Estos saldos no podrán ser utilizados
por los Bancos, sino que serán considerados como un ahorro comunitario
del cual únicamente la sociedad geopolítica, a través
del Estado en tanto que gerente, podrá servirse. Esta situación
puede llamarse socialización de todos los libres saldos positivos
diarios de todas las cuentas corrientes (a la vista). «El ahorro
privado total es un bien comunitario».
Los establecimientos contables llevarán la gestión de
las cuentas corrientes pero nunca podrán conceder préstamos
ni realizar ningún tipo de operación basada en sus saldos
positivos.
Conclusión: en materia de invención de dinero hay
que distinguir dos prácticas y técnicas muy diferentes:
-
El llamado préstamo bancario, realizado privadamente por
los Bancos de Negocios, de acuerdo con unas técnicas muy antiguas,
pero con una garantía limitada a los capitales y reservas propias
o específicamente cedidos a ellos para tal fin (depósitos
a plazo). Todo préstamo bancario contiene una cláusula de
devolución del capital a plazo fijo.
-
La invención comunitaria de dinero, bajo dos formas:
-
créditos comunitarios a la inversión, en función
de los excedentes de producción inversiva.
-
finanzas comunitarias al consumo, en función de los excedentes
de producción de los comercios e industrias al por menor.
Las dos formas (créditos y finanzas comunitarias) contarán
con la garantía auxiliar de los libres saldos positivos de
las cuentas corrientes a la vista. La contrapartida de la socialización
de estos saldos, que permite la invención de dinero comunitario,
será la asignación de un «interés comunitario»
(por ejemplo del 6%), a cada saldo positivo, siempre a libre disposición
de su propietario privado.
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