Agustí
Chalaux de Subirà.
Los nobles ideales de Paz, Libertad y Justicia
en el mundo, han de encontrar unas estructuras culturales, económicas,
sociales y políticas para encarnarse y desarrollarse.
Desde la no-violencia inteligente y activa, luchar
para conseguir estos ideales, no puede consistir únicamente
en actitudes de denuncia de la injusticia, de la opresión
y de la guerra. La no-cooperación y la desobediencia civil
nos han de llevar a un programa constructivo, a una alternativa
concreta.
Una lucha exclusivamente «anti» alguna
cosa, sin un marco global alternativo de referencia, resulta a menudo
estéril. No parece que por la sola confluencia de muchos
grupos que llevan a cabo luchas puntuales (pacifistas, ecologistas,
feministas, antimilitaristas, naturistas,...) se configurará
un movimiento alternativo, capaz de crear un nuevo modelo global
de sociedad.
Tampoco parece suficiente el anuncio de un nuevo
tipo de valores, de pensamientos, de relaciones, para construir
una nueva civilización. El cambio cultural y de mentalidades
es importantísimo, pero sin unas estructuras que las potencien,
se limitan tan solo a pequeñas minorías, desligadas
a menudo del nivel de concienciación general.
En la polémica entre ideales y estructuras
podemos recurrir al símil siguiente: los ideales son la energía
y las estructuras son el motor. Es preciso que los ideales hagan
funcionar las estructuras. Pero es evidente que son precisas estructuras
que no atropellen a los ideales, sino que los ayuden a desarrollarse
en la práctica inmediata y diaria.
En la búsqueda de esas estructuras necesitamos
analizar los fenómenos que las conforman. Podemos realizar
una aproximación a dicho análisis por medio del «método
científico experimental» mediante el cual podemos medir
y, evidentemente, experimentar los fenómenos.
La aplicación de este «método
científico pro-experimental» a los fenómenos
-y no a las ideas- ha dado grandes resultados en física,
química, biología, electrónica,... Estos resultados
son empleados ideológicamente y afectivológicamente
a favor o en contra de la paz, la libertad y la justicia, según
los intereses subjetivos de los grupos que controlan el proceso
científico y sobre todo el proceso de su aplicación
técnica. Este proceso pseudocientífico principalmente
subjetivo está siendo manipulado hasta tal punto, que estamos
tentados a identificar dicha «ciencia-técnica»
con la contaminación, el armamentismo, el control policíaco,
la opresión,...
A pesar de estos aspectos ideológicos y
afectivológicos tan negativos y amenazadores, no podemos
negar que la aplicación del «método científico
pro-experimental» sobre los fenómenos, permite objetivar
la realidad, desligarla de las ideologías y resolver polémicas
pseudofilosóficas que la deforman y que son también
empleadas como instrumentos de poder.
Cuando un fenómeno puede ser observado,
analizado, medido exactamente y experimentado, no existe científico
alguno digno de tal nombre, que prefiera continuar tratando estos
fenómenos con ideas preconcebidas, visiones idealistas o
sólo con aproximaciones estadísticas. Este comportamiento,
típico de las ciencias físicas y bio-físicas,
es dejado de lado en general cuando lo que se quiere resolver son
problemas económicos, sociales y políticos. Enfocamos
la organización humana como se enfocaba la organización
astronómica antes de Copérnico: «la Tierra es
el centro del Universo», por definición!
No es suficiente con afirmar nuestros ideales.
Muy a menudo son «etiquetados» como utópicos,
sin analizar las causas por las cuales lo son. Es decir, no es suficiente
con afirmar la paz, la justicia, la libertad, la sociedad sin clases,
la anarquía, la solidaridad, la supresión del estatismo
y de las estructuras militaristas, policíacas y administrativistas,
del dinero oculto y del mercado negro, del machismo, de la contaminación,...
Es necesario, junto a estos ideales, ver como se ha ido desarrollando
el desorden actual, a lo largo de la evolución humana, y
buscar las causas más importantes, generadoras de otros desórdenes.
Es preciso encontrar medios fáciles y prácticos para
aclarar estas situaciones de desorden, una por una, para llegar
a que se muestren de forma transparente y, en su tiempo, a que se
pueda desarrollar la madeja normalmente.
No es suficiente querer la revolución; es
necesario saber como avanzar desde el presente, como incidir en
las estructuras, contando con instrumentos concretos para
resolver cada problema. Las tomas de poder, sin los mecanismos autodestructores
del poder, lo perpetúan. Las revoluciones violentas, quedan
tarde o temprano atrapadas en sus crímenes y consecuencias.
Las posiciones simplistas de clase, ideológicas o afectivológicas
fuerzan una visión idealista de la realidad, que destruye
mucha sabiduría y riqueza acumuladas a lo largo de los siglos
por la humanidad.
Una revolución no-violenta activa e inteligente,
es hoy una posibilidad, pero ha de ser una revolución abierta,
no sectaria, que ayude a crear nuevas reglas de juego instrumentales,
sin necesidad de sangre y fuego para imponerse. Para emprender el
camino de acabar con la miseria y el ilegítimo poder sobre
y contra las personas, se necesita ofrecer a los pueblos unos procedimientos
prácticos que den resultados rápidos de solidaridad
y autopacificación y que generen un optimismo sensato y una
elevación de espíritu.
Con este propósito, muy brevenente, sugerimos
algunos de los puntos que consideramos fundamentales para avanzar
concretamente hacia la paz, en libertad y con justicia.
La moneda y la
telemática, dos instrumentos al servicio de ¿quién?.
De todos los fenómenos humanos, los relacionados
con la producción y la distribución de bienes útiles
para la vida, son los determinantes de gran parte de las relaciones
sociales. La búsqueda de la máxima claridad en el
mercado y en la sociedad y de la real responsabilidad personal de
cada agente mercantil y social es uno de los objetivos básicos
de cualquier propuesta económica, social y política.
En el reino de «hecha la ley, hecha la trampa»
y de «quien tiene la información tiene el poder»,
el materialismo histórico nos muestra que es preciso buscar
unos instrumentos concretos, que hagan posible esta claridad documentaria
y responsabilidad personal en el mercado y en la sociedad, sin las
cuales todo cambio está condenado al fracaso: se perpetúan
el poder sobre las personas y la miseria por razón de dinero
anónimo, impersonal e irresponsabilizante,
multicirculante y por consiguiente anticontable y
antiestadístico, en definitiva anticientífico;
resumiendo radicalmente desinformativo.
Existen hoy en día dos instrumentos especialmente
importantes para el objetivo más arriba indicado: la moneda
y la telemática (tele-in-for-mática o sea in-for-mática
a distancia, con numerosas redes especializadas, cada dia más
y mejor interconectadas, con potenciales globalística y cibernética
que estan casi iniciadas e indefinidamente perfectibles). Abreviando:
telemática.
La moneda es un instrumento inventado hace
más de 10.000 años, para facilitar de manera supertransparente
los libres cambios interpersonales de bienes utilitarios; hace sólo
unos 4.500 años que es utilizado para mantener indefinidamente
la oscuridad informativa del mercado y de la sociedad; permite
el anonimato, la irresponsabilidad y la corrupción,
y es la base del ilegítimo poder oculto y estatista
sobre y contra las personas, llamado «plutarquía».
La moneda no ha sido valorada en los últimos siglos cono
instrumento decisivo para una clarificación y responsabilización
del mercado y de la sociedad. Es en la actualidad, y a través
de un instrumento inerte como la telemática, que puede adquirir
su verdadera dimensión.
La telemática se está llevando
a la práctica como un instrumento de poder y de opresión
sobre y contra las personas, sobre la base de un monopolio del saber,
concentrado en los «bancos de datos». Las posibilidades
de la revolución de la «informática interconectada»
son impresionantes tanto para la libertad como para la opresión.
Una simple oposición «antiinformatica» no detendrá
su expansión, ni impedirá, de hecho, el monopolio
de la información en mano de los poderes establecidos y contra
el pueblo.
En tanto que instrumentos inertes, la moneda
y la telemática pueden ser redefinidos de sus funciones
actuales al servicio de los poderes ocultos, con el objeto de que
se conviertan en instrumentos eficaces al servicio de los pueblos:
1. Sustituyendo «la actual moneda anónima»
por la «factura-cheque telemática».
La moneda anónima permite el juego sucio
a los grupos de corrupción, de poder, de presión,
de represión,...; favorece los actos ilegales y es desinformativa,
con todos los efectos antisociales que esto genera.
La «factura-cheque telemática»,
es un documento único, escrito manual o electrónicamente,
que informa exhaustivamente de cada acto mercantil elemental y personaliza
los agentes de la «compra-venta» efectuada, responsabilizándolos.
La «factura-cheque telemática»,
en cuanto a factura, registra, con todos sus parámetros
de calidad y cantidad, la mercadería elemental intercambiada
y su valor monetario, así como el total facturado. En cuanto
a cheque, da la orden de pago para la transferencia entre
cuentas corrientes.
2. Socializando toda información monetaria-telemática
del mercado, exceptuando las referencias personales.
La «factura-cheque telemática»
permite una intracontabilidad total. La socialización de
toda la información telemática del mercado, al servicio
y al alcance de todos, permite un exhaustivo procesamiento analítico-estadístico
que posibilita una lúcida estrategia económica y un
tratamiento de «ciencia experimental» a los fenómenos
económicos.
3. Protegiendo la privacidad individual, familiar,
empresarial e institucional por una Justicia, realmente independiente
del Estado, única responsable del archivo telemático
personalizado.
El «ministerio» de Justicia es un ministerio
sobrante, a través del cual se ejercen «presiones»
contra los Jueces y Magistrados que quieren ser fieles a su vocación
de independencia. Como con secuencia, la «burrocracia
estatista» utiliza la información telemática
para la represión fiscal y policíaca del pueblo, sin
que éste pueda protegerse.
La Justicia, real y presupuestariamente independiente
del Estado, no siendo corruptible a través del dinero anónimo
y teniendo que dar las sentencias omnidocumentadas y motivadas,
puede convertirse en un elemento de confianza para toda la población
y para la clarificación de conflictos.
A modo de índice, exponemos a continuación
algunos de los elementos importantes del ensayo hecho, y de las
propuestas que de él se derivan:
La moneda como
unidad abstracta de medida.
En las sociedades en que, debido a la complejidad
y tipo de relaciones productivas intercambian bienes útilitarios,
aparece el mercado: lugar de intercambio de mercaderías.
En la medida en que el mercado crece, es necesario
hacer equivalentes los intercambios de mercaderías:
aparece la moneda primitiva como unidad abstracta de medida
que al ser asignada libremente, entre dos libres personas contractantes
(comprador y vendedor) a cada mercadería elemental da en
el mercado el valor de los precios, de los salarios y del dinero1.
La moneda como
mercadería concreta, con valor intrínseco.
Hace unos 4.500 años la moneda pasa a
ser una mercadería concreta, con valor intrínseco
-oro, plata, cobre,...-, y pierde su carácter de unidad
de medida totalmente abstracta, documentalmente personalizadora.
En tanto que «tercera mercadería concreta», la
moneda metálica se ha mostrado escasa para hacer frente a
un mercado casi siempre en expansión, y ha influído
negativamente sobre las posibilidades productivas y sobre la capacidad
de consumo y de inversión; por su anonimato consustancial,
ha permitido el juego sucio, la corrupción,
el robo, la falsedad, el poder oculto... que
la historia de los últimos cuatro mil años hasta hoy
nos documenta.
Las necesidades de financiación de la guerra
de 1914, forzaron a desvincular la moneda del oro y de la plata.
Los billetes de banco fueron declarados de curso forzoso, inconvertibles.
La moneda pierde entonces su valor intrínseco y a
lo largo del siglo se desmaterializa progresivamente. La desconfianza
que produce esta nueva forma inflacionista de dinero, influyó
en la depresión de 1929: para resolverlo, los Estados se
lanzaron a una creciente militarización, a un desorbitado
armamentismo... y finalmente a la segunda guerra mundial.
En
agosto de 1971, Nixon toma la decisión unilateral de desvincular
el dólar del «patrón oro» (gold exchange
standard). La crisis económica, así provocada, se
dispara a partir de 1973: parecidas causas inflacionistas están
produciendo los mismos efectos.
La moneda, cada vez más, se está
transformando en dinero bancario escriptural (anotaciones
en cuentas corrientes, últimamente simples impulsos electrónicos),
pero a pesar de haber perdido totalmente su valor intrínseco,
continua permitiendo gran parte del anonimato y de la desinformación,
la despersonalización y la irresponsabilización
de todos los agentes del mercado y de la sociedad.
La irracionalidad de los actuales sistemas monetarios
imposibilita captar todas las características o parametros
de cada cambio elemental de una(unas) elemental(es) mercadería(as)
concreta(as) contra unas unidades monetarias radicalmente
abstractas. No permite, por consiguiente, conocer exactamente
(ex-actis) qué pasa en la macroeconomía real.
Esta falta de captación exacta de cada fenómeno elemental
impide aplicar cualquier teoría económica con el rigor
de ciencia experimental. Las aproximaciones estadísticas,
basadas en datos parciales, resultan una suma de errores acumulados.
Los métodos aproximativos quedan abandonados en cualquier
ciencia cuando es posible tecnológicamente la captación
exacta y exhaustiva de cada fenómeno concreto
elemental.
Posibilidades
de la factura-cheque telemática.
La racionalización de la moneda y el
dinero supone la desaparición legal de todos
los billetes de banco, piezas de moneda, talones, letras, ..., actuales,
todos ellos al portador, anónimos, multicirculantes,
y por consiguiente desinformativos, despersonalizados
e irresponsabilizantes; permite su sustitución legal
exclusiva por lo que se ha denominado anteriormente «factura-cheque
telemática»: esta, muy al contrario, radicalmente
unicirculante, personalizada, responsabilizante
e informativa.
La «factura-cheque telemática»
permite una fácil legislación que garantice el cobro
en todos los casos de insolvencia, así como la recaudación
automática de un único impuesto de solidaridad
social, más rentable que los complicados y costosos
sistemas fiscales actuales.
Insistimos: de la personalización
que comporta la «factura-cheque telemática»
como única moneda legal, se deriva la responsabilización
personal documentada de los actos libres en el mercado
y la sociedad. Se pueden establecer los mecanismos legales para
lograr que el dinero mercantil2
no se transforme en poder antipolítico; el saber
liberal no se transforme en poder antisocial; las estructuras
de mando no se transformen en poder sobre y contra las personas
individuales, sociales o nacionales.
Con la información completa de la economía
y la simplificación fiscal consiguiente, se puede suprimir
rápidamente, con un salario gratuito mínimo de solidaridad
social, la miseria provocada por la falta de dinero de consumo,
como primer paso para suprimir las clases por razón de dinero
y las miserias culturales que se derivan.
La «factura-cheque telemática»
como única moneda legal permite la intra-contabilidad
global exacta de la sociedad, ya que la información de
cada cambio elemental de mercado se introduce en la red telemática.
Así se puede evitar el «desorden capitalista actual»
y la imbécil «planificación»
centralista, debido al hecho de que la información
dineraria está socializada, es decir, al alcance comprensible
y gratuito de cada ciudadano. («Socialización»
es, por tanto, la situación contraria a «estatalización»
o monopolio desinformativo por parte del estatismo desgraciadamente
todavía imperante).
Parece
evidente que con la información que ofrece la «factura-cheque
telemática» se pueden llenar fácilmente
y con datos exactos las «tablas de Leontiev», instrumento
muy preciso para guiar eficazmente la estrategia del mercado y de
la sociedad3.
También podrán ser formuladas con precisión
y sometidas a experimentación las hipótesis del «bien
común mercantil» de Platón; de «la plusvalía
(privada de cada empresa y comunitaria del mercado global)»
de Karl Marx; y sobre «el factor residual» de los economistas
contemporáneos. En caso de confirmación experimental
continua, «el bien común» podrá
partirse y distribuirse equitativamente al servicio de todo el pueblo
en forma de salarios gratuitos de solidaridad social para
el consumo y de créditos comunitarios para la inversión
reproductiva.
Este cambio instrumental de la moneda y el dinero
es hoy técnicamente posible. De cara a la población
no es más complejo que el cambio que supuso la implantación
del «sistema métrico decimal». El hecho de que
este cambio no se haya planteado antes, no sólo depende de
que hoy, -y sólo hoy- es tecnológicamente posible,
sino de los beneficios ilícitos que ha generado hata
ahora y continua generando a los banqueros y otras personas, individuales
y colectivas, que, desde hace 4.500 años de mercado con moneda
anónima, conocen y ejercen «la creación y apropiación
privada ilegítima de dinero comunitario».
La dinámica tecnológica está,
con la telemática, haciendo de la moneda bancaria un documento
de cuenta abstracta. Pero mientras no se suprima el anonimato
de este documento dinerario, el juego sucio está garantizado.
Además, actualmente, la información que permite la
telemática se emplea para el control fiscal y policíaco,
y queda reservada sólo a los núcleos «burrocráticos»
del poder estatista y a los núcleos plutárquicos
del poder oculto del dinero anónimo.
Quien tiene la información hoy dia tiene
el poder. Es preciso establecer unas nuevas «reglas de
juego» para conseguir que todo el pueblo tenga acceso gratuito
a toda la información macroeconómica exacta de la
entera sociedad (mercado y liberato). Es preciso girar el uso
de la telemática para evitar una de las peores tiranías
de la historia: la del «estatismo telemático».
Detener la revolución telemática,
globalística y cibernética es casi imposible, pero
sí que es posible plantear un modelo alternativo en
que la información de todos los fenómenos monetarios-dinerarios
elementales esté al servicio de todos los miembros
de la comunidad geopolítica. Es necesario que la red telemática
y su información sobre las personas no dependa de un estatismo
anónimo, «burrocrático», despersonalizado
e iresponsable, sino de Imperio o Comunidad realmente
geopolítica. El nuevo revolucionario Estado Imperial, gerente
personalizado y responsable de cada comunidad geopolítica,
únicamente puede conocer, como cualquier otro ciudadano,
la información económica precisa para el «gobierno
o cibernética de las cosas», pero no tiene ningún
control de la información personal de los actores sociales
del mercado y del liberato, la cual queda como «secreto profesional»
exclusivamente en manos de una Justicia realmente independiente
del Estado.
Conexión
entre moneda anónima e imperialismo belicista.
Sin «los pies de barro» de la moneda
anónima se podrá ir estudiando y resolviendo eficazmente,
uno por uno, todos los conflictos internos: el paro, la inflación,
la inseguridad ciudadana, el centralismo, la contaminación,
los servicios públicos,...
Sólo una intraconfederación libre
de todas las etnias de un Imperio histórico o naciente4
puede conseguir la pacificación de la comunidad geopolítica
federada. Sólo con la supresión de la miseria en libertad
se pueden pacificar los conflictos sociales. Sólo a partir
de un equilibrio del comercio entre las comunidades imperiales,
sin imperialismos ni dependencias colonialistas, se puede conseguir
avanzar en la paz mundial.
La polémica entre «libertad»
y «justicia» o entre «países pobres»
y «países ricos» no será resuelta con
posiciones ideológicas ni discursos. Según nuestra
hipótesis, cualquier intento de crear estructuras sociales
potenciadoras de la solidaridad en libertad, que no tiene en cuenta
la importancia decisiva de la moneda como instrumento informador
y responsabilizador, degenera rápidamente en poderes
ocultos incontrolables por el pueblo y en jugadas
especulativas antipolíticas del actual mercado internacional
que frustran cualquier intento de cambio.
Esta hipótesis parece documentada en un
hecho curioso: las últimas investigaciones están demostrando
que la guerra no es un hecho connatural a la especie humana, sino
un invento tardio que no va más allá de los 13.000
años. Las «ciudades-imperio» de Asia sud-occidental
consiguieron una fuerte inexpugnabilidad en sus murallas que les
dió una cierta pacificación durante casi 6.000 años.
Es justo en este periodo que se desarrolló, como hemos visto,
la moneda de cuenta abstracta, informadora y responsabilizadora.
El hecho curioso, reside en la coincidencia
de fechas entre, de una parte, la aparición de la moneda
concreta de oro, plata y cobre por definición multicirculante
y anónima, y de otra parte, la aparición del
primer Imperialismo: este fué el akkadiano-babilónico
que, sin tener las armas ofensivas necesarias para derribar
las murallas, vencio rápidisimamente, por traición
comprada con dinero anónimo, y anexionó, más
rápidamente aún, una por una, todas las libres
«ciudades-imperio» de Sumer. Akkad-Babilonia se convierte
así en el símbolo de la traición, de la corrupción
y de la prostitución anónima pagada con oculto
dinero anónimo y del poder ilegítimo
y antisocial sobre y contra las personas, fundamentado en
el mismo dinero oculto y anónimo: estas són
las caracteristicas historicas de todos los imperialismos posteriores
hasta la fecha de hoy.
Esta conexión entre moneda anónima
e imperialismo belicista es una hipótesis histórica
que sólo podemos poner a prueba y experimentar si volvemos
a la primitiva, pero telemáticamente actualizada «factura-cheque»:
los resultados sociales que se podrán obtener a medio y largo
plazo, -desaparición o no de los imperialismos, progresiva
pacificación o no de los pueblos, desaparición o no
del robo, de la corrupción, de la miseria, de la guerra...-
serán la confirmación o no confirmación de
esta hipótesis.
En momentos en que la gravedad de los peligros
nos lleva a menudo al activismo, saber hacia donde concentrar los
esfuerzos depende de una visión más real de los fenómenos
y de una estrategia adecuada: «La mejor práctica
es una buena teoría».
Estas propuestas no son una utopía en cuanto
a posibilidades técnicas actuales. Lo son de momento como
posibilidad política. Cada sociedad, cada comunidad ha de
hacer una crítica y ha de estudiar la aplicación concreta
a su realidad cultural, técnica, económica y política.
Es la energía íntima de los pueblos que puede hacer
posible los cambios necesarios, pero es preciso saber en qué
instrumentos puede concretar la energía popular sus deseos
e ideales. Aquí proponemos algunos.
Esta es nuestra humilde aportación a la
búsqueda de estructuras y medios que nos permitan, en este
momento histórico, avanzar un poco más hacia la paz,
en libertad y con justicia.
Notas:
1Las últimas investigaciones sobre el origen de la escritura
en Asia Sudoccidental documentan, a partir del -8.500, la existencia
de instrumentos monetarios sin valor intrínseco, que servían para medir el valor de los intercambios, especificar las mercaderías y, progresivamente, personalizaban a los agentes del mercado. Véase «Investigación y Ciencia» número 23, agosto 1978: «El primer antecedente de la escritura» Denise Schmandt-Besserat y número 91, abril 1984 «Números y medidas en los primeros documentos escritos» Jöran Friberg.
2
La habitual expresión «mercantil» corresponde
a «mercante-monetario».
La expresión «mercante» corresponde a «utilitario-canviario».
3
La sociedad se compone de «mercado» y «liberato».
El «liberato» comprende «el conjunto de las personas
liberables» y «el conjunto de los vocacionales
liberales, profesionales y asociativos, al servicio altruista
y desinteresado incondicional de cualquier miembro de la comunidad
considerada, necesitado de ayuda social».
4
Imperio naciente: por ejemplo, Europa 1997-...
Un instrumento para construir la paz.
Consejo de redacción:
Roser Albó, Àngels Baldó, Agustí
Chalaux, Miquel Chicano, Laura Fusté, Magdalena
Grau, Joan Parés, Enric Suárez, Jordi Via, Lluís
Maria Xirinacs.
Consejo Asesor:
Joan N. Casals, Emil Herbolzheimer, Joan Martínez Alier,
Bernat Muniesa, Ernest Núñez, Martí Olivella.
Primera edición: Barcelona 1 de julio
1984.
© Centro de Estudios Joan Bardina.
Segunda edición: Barcelona 6 de diciembre
1996.
© Agustí Chalaux de Subirà.
© Propiedad de esta edición: Publicacions de l'Escola
Finaly.
Diseño del original impreso: Marta Ricart.
ISBN: 84-404-3421-9.
Dipósito legal: B-15340-1995.
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