Diario de Vilanova. Viernes, 9 de septiembre de 2016.
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Jordi Griera: «La inteligencia artificial debe ser de código abierto y de titularidad pública».
El presidente de la fundación INEVAL reflexiona sobre el progreso, la economía y la moneda social y los peligros del conocimiento en manos privadas.
«La moneda social se basa en la confianza mutua de la gente, es transparente».
«Desbancar el sistema capitalista es posible si la gente se moviliza y ve la posibilidad».
«El miedo activa la codicia. Hay que desactivarla con la confianza mutua».
Economía social es un concepto que en estos años de crisis ha sonado mucho. Las turbulencias económicas sacuden la conciencia de la gente y aparecen alternativas a los modelos que se considera que nos han conducido al desastre. Jordi Griera es fundador y presidente de la fundación INEVAL, desde allí crea cursos de valores humanos y del concepto que él mismo ha acuñado y que difunde en muchos países: el liderazgo natural. También es experto en moneda social, economía social y crecimiento personal. Es ingeniero industrial de formación y también se ha dedicado a la consultoría empresarial, una actividad que le permitió observar y reflexionar sobre el progreso y la conducta humana.
– ¿Cómo le surgió esta motivación para la economía social?
– Comprendí que lo más importante son los valores de la gente. Antes de entrar en el siglo XXI, en 1996, quería hacer algo para cambiar una sociedad abocada al materialismo. Había que cambiar los valores de los empresarios y los gobernantes. En 1998 junto con unos amigos creamos unos premios para galardonar pequeñas y medianas empresas que aplicaran los mejores valores humanos. Éste fue el germen de la fundación INEVAL. Difundimos que la dignidad de las personas se consigue haciendo desaparecer la barrera entre el trabajador y el empresario. Esto es lo que llamo liderazgo natural.
– ¿Puede profundizar en este concepto?
– El liderazgo natural es posible a través de los únicos cinco valores que nos unen a todos porque no hay nadie que no los quiera: La verdad, ser querido, tener paz interior, que todo el mundo haga su trabajo y que las relaciones entre las personas sean armónicas, con respeto y sin violencia. Cuando conseguimos que se den cuenta que todos queremos lo mismo la empresa se convierte en más rentable porque todo el mundo aporta cosas de buen grado.
– ¿Cómo ha llegado a esta conclusión?
– De una manera empírica, en la India. No les motivas ni con primas. La única manera de motivarlos es explicando el por qué de la empresa. Haciéndoles partícipes de las razones de una producción que hace mejor la vida de la gente. Debe haber una razón del por qué producir, sino conviertes la gente en esclavos. Es tan grande el valor del tiempo que no hay dinero para hacer hacer algo que no quieras hacer.
– ¿Quién inculca esta cultura?
– Éste es el tema de fondo. Estamos yendo hacia una sociedad como la película Metrópolis y podría ser mucho peor. Los robots y la inteligencia artificial van camino de hacer innecesario el trabajo humano, creando un paro mundial creciente. Esto en sí sería bueno: ¡todo el mundo viviendo sin trabajar! Pero será necesario que la maquinaria y el conocimiento no estén en unas pocas manos privadas, que nos harían esclavos a todos los demás. Es muy importante el movimiento actual que reivindica el código abierto para la inteligencia artificial, al estilo de Linux u Open Office. Hay que estar alerta porque empresas como Apple, Google, Amazon, Microsoft o Intel están avanzando en la inteligencia artificial. Por suerte al final se ha demostrado que el software de código abierto es el mejor, porque todo el mundo participa y aporta cosas. En 1989, en Japón ya vi las fábricas negras, unos complejos sin luz porque sólo trabajaban robots. Siempre he creído en el poder transformador de la tecnología, tal vez de forma ingenua si no evitamos el peligro de la inteligencia artificial en manos privadas.
– Esto supone una revolución en la titularidad de los medios de producción nuevos, ¿como se ha de resolver?
– Sólo hay dos modelos: la economía capitalista y la social. La diferencia es que la primera está basada en la escasez del dinero. Si la banca, que tiene la exclusiva, crea poco dinero, menos de lo necesario, entonces todo el mundo está compitiendo por él. La sociedad actual está luchando por un dinero deliberadamente insuficiente. Como resultado el dinero desempeña un papel central en la sociedad. Esto hace que cuando se plantea un nuevo proyecto lo más importante es cómo se financia y por tanto el capital poseerá los medios de producción. En cambio la economía social está basada en la persona, la pone en el centro con sus valores y su dignidad. Esto nos obliga a que cuando hay un proyecto nuevo le proporcionamos unos medios de producción que sean comunitarios y/o una financiación sin interés. La base de la economía social es que el dinero esté supeditado a lo que se quiere hacer. La comunidad debe poder crear el dinero según lo necesite. Actualmente el dinero lo crea la banca, y lo adjudica según le conviene para su rentabilidad. Con la adjudicación del crédito decide si fabricamos armas o producimos tomates.
– ¿Cómo se creó este poder?
– El control del dinero y por tanto de la sociedad recae hoy en la gran banca y los grupos relacionados con la petroquímica, que incluye farmacéuticas, petroleras, armamento, etc. Consiguieron el control de los Estados Unidos con la Reserva Federal y después en Europa hicieron los pasos para reproducir aquí un modelo de control similar, pero esto no se ha consolidado hasta el 1998 con la creación del Banco Central Europeo y con la implantación de el Euro. Está documentado que lo orquestaron en París en 1919, lo llamaban la plutocracia, de este modo tendrían el control a ambos lados del Atlántico. Ahora ya es un hecho.
– ¿La economía social podrá desbancar este poder?
– Quizá sí. Las grandes movilizaciones abren los ojos a la opinión pública de que hay una posibilidad de cambio. Se puede crear la posibilidad de desbancar este sistema tan enquistado y tan poderoso que está controlando el mundo, cada vez más, que tiene el 98% del poder de los países donde está implantado. Creo que la amenaza es aún mayor con el control de la inteligencia artificial.
– ¿Qué papel jugaría la implantación de la moneda social?
– Hace cuatro mil años, antes de la moneda de oro, había establecido en prácticamente todo el mundo conocido, un sistema de contabilidad que permitía comerciar sin la necesidad de un dinero «oficial». Éste se creaba en el momento de la transacción. Los comerciantes escribían unos registros de la venta y una institución registraba el intercambio en el templo. Como el dinero lo creaban los comerciantes no era escaso y no había desigualdades. Era un sistema basado en la transparencia. Así no podía haber ni hurto, ni corrupción, ni acumulación de dinero.
– ¿En qué momento se encuentra la evolución de la moneda social?
– En 2008 se celebró el Primer Foro Social Catalán en la Universidad de Barcelona. Una de las ponencias era sobre el tema del dinero y la hice yo. Conté aquel sistema antiguo de moneda social y cómo se podría volver a aplicar modernamente. Seguramente es un caso de «sincronicidad» con lo que otra gente percibía, porque pronto empezaron todas las monedas sociales actuales, incluida la Turuta, aquí en Vilanova.
– ¿Cómo se define una moneda social?
– Es una promesa de restitución basada en la confianza que se tiene la gente. Una moneda oficial está garantizada por el poder de un Estado, en cambio la social se basa en la garantía de la confianza en el otro y de que nos fiamos, podemos comerciar sin la necesidad de que nadie venga de fuera a darnos monedas para que lo podamos hacer. Si yo te debo algo a ti, tú le puedes pasar esta deuda a otro porque sabes que yo te pagaré. Así ya se ha creado una moneda. La transmisión de mi deuda es la moneda si tú puedes comprar a un tercero con mi promesa, lo que será cierta si nos conocemos y nos tenemos confianza. Materialmente se hace sencillamente con hojas de cálculo. La moneda social son apuntes contables en papel, por Internet o por el móvil.
– ¿Pero este sistema se puede implantar sin que esté generalizado?
– Debe haber tres niveles de moneda coexistentes. El mundial, donde se necesitan monedas como el Euro y el Dólar, garantizados por ejércitos, o el Bitcoin, una moneda electrónica que no se puede considerar social, su garantía es tecnológica. El oro también es una moneda mundial, de valor garantizado por la escasez. Con estas monedas puedes operar en todas partes. Después vendría un nivel regional. Aquí sería conveniente que existiera una moneda territorial que no dependiera de las mundiales. Así se evitan los problemas de la mala distribución del dinero mundial. Una moneda así se puede garantizar sólidamente con avales mutuos de las empresas y las instituciones. Si aquí hubiéramos tenido una moneda propia no habríamos sufrido los problemas de falta de Euros de 2008 a esta parte. El tercer nivel es el local, de la gente que se conoce entre sí, con la garantía de la confianza y la vecindad.
– Habla de confianza mutua, pero la historia ha demostrado que la codicia corrompe la persona. ¿La moneda social cómo esquivará esta bajura moral?
– Lo importante es que la gente se libere del miedo porque éste hace que la persona tenga un comportamiento reptiliano. El cerebro original, que mantenemos de antes de ser mamíferos, se activa por el miedo. Es el miedo, la desconfianza, la que genera las acumulaciones de dinero y la búsqueda del poder. Precisamente la moneda social trabaja la confianza, nos educa al romper el miedo y el atesoramiento. Para lograr la confianza mutua es imprescindible la educación y promover los valores humanos en los niños y jóvenes.
Enlace de la entrevista publicada en catalán en el blog de la Fundación INEVAL:
https://ineval.wordpress.com/2016/09/09/article-al-diari-de-vilanova-del-9-de-setembre-de-2016/
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La desunión fiscal europea. Joan Casals.
La moneda social por Jordi Griera.
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