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I parte. Introducción. Ensayo sobre moneda, mercado y sociedad. Índice. Ensayo sobre moneda, mercado y sociedad. Capítulo 2. La realidad monetaria a través de la historia. Ensayo sobre moneda, mercado y sociedad.

Capítulo 1. Los sistemas monetarios.

  1. Primer nivel: las mercaderías concretas.
  2. Segundo nivel: las unidades monetarias abstractas.
  3. Tercer nivel: los valores mercantiles mixtos.
  4. Cuarto nivel: los instrumentos monetarios.
  5. Conclusiones.

¿En que consisten y para que sirven los sistemas monetarios?

Para contestar estas preguntas, prescindiremos de todo lo que nos explican los «economistas»4, e iremos directamente a exponer nuestra propia concepción de la realidad monetaria.

No pretendemos aquí, hacer una descripción de como funcionan los sistemas monetarios vigentes en la actualidad, sino de como funcionaron los primitivos sistemas monetarios y de como habrían de funcionar los actuales: propondremos pues una normativa monetaria.

Para conseguir una máxima clarificación del tema, haremos una distinción entre cuatro niveles de realidades:

1r nivel: las mercaderías concretas.
2o nivel: las unidades monetarias abstractas.
3r nivel: valores mercantiles mixtos (concretos-abstractos).
4o nivel: los instrumentos monetarios.

1. Primer nivel: las mercaderías concretas.

Todos los seres vivos, el hombre entre ellos, necesitan consumir una serie de bienes para proseguir su existencia, a estos bienes los llamamos bienes utilitarios, ya que son útiles para satisfacer las necesidades consumidoras de los seres vivientes.

De la misma manera, entendemos por utilitarismo el sistema de producción y distribución de bienes utilitarios existente en una comunidad (vegetal, animal o humana) determinada.

En la especie humana, se ha ido desarrollando, a lo largo de milenios de evolución, una modalidad de utilitarismo que hoy es dominante en todas las sociedades modernas: se trata del utilitarismo mercante-monetario, abreviadamente utilitarismo mercantil.

Este régimen utilitario se caracteriza básicamente por el hecho de que los bienes producidos no son consumidos por sus propios productores, sino que son intercambiados en un mercado mediante unas convenciones reguladoras que constituyen un sistema monetario.

Los bienes utilitarios intercambiados en un mercado se denominan generalmente mercaderías y son de dos tipos: mercaderías producidas y mercaderías productoras que son las fuerzas que permiten la producción de las primeras.

Hay que subrayar, pues, que no tiene ningún sentido hablar de sistema monetario si no es en un contexto de intercambio de mercaderías concretas realmente existentes.

2. Segundo nivel: las unidades monetarias abstractas.

En un principio, el mercado -es decir, el intercambio de mercaderías- se desarrollaba sin necesidad de un sistema monetario.

Cada intercambio elemental de una mercadería concreta «A» por una mercadería concreta «B» -llamado trueque- se realizaba sin mediación de convenciones monetarias previas. El único factor a tener en cuenta eran las necesidades particulares de los dos agentes del cambio: si estas necesidades quedaban satisfechas mediante un determinado trueque, éste se llevaba a cabo. Pero la percepción de esta satisfacción era de orden cualitativo, ya que no se hacía referencia alguna a un patrón cuantitativo de valor que permitiese el calcular la equivalencia exacta entre los valores de dos mercaderías cualesquiera.

Pero cuando el utilitarismo mercante de una sociedad crece, se amplifica y se va haciendo mas complejo, se hace patente la necesidad de un sistema de medida del valor cuantitativo de cambio de las mercaderías, que permita realizar intercambios cuantitativamente equivalentes. Así nace la unidad monetaria.

De la misma manera que para medir distancias concretas utilizamos el metro, que es una unidad de longitud convencional y abstracta, para medir el valor de cambio de las mercaderías concretas, utilizamos unidades monetarias, que no son sino convenciones sociales totalmente abstractas y universales5. Son abstractas porque son puras convenciones formales vacías de contenido concreto; son universales porque constituyen un común denominador contable-abstracto de todas las mercaderías, concretas y heterogéneas existentes en el mercado conjunto considerado: es decir, las vierten en un único sistema de intercomparación, intermedida y internumeración.

Cada mercadería concreta contiene pues, por convención, un cierto nombre de unidades monetarias abstractas: gracias a esta homogeneización monetaria de las mercaderías concretas, naturalmente heterogéneas, podemos calcular fácilmente equivalencias, numéricamente exactas, entre diferentes mercaderías concretas.

Fijémonos, no obstante, que la introducción de una unidad monetaria en un mercado, no hace desaparecer el trueque, es decir el intercambio concreto de dos mercaderías concretas: únicamente o facilita y perfecciona numéricamente.

3. Tercer nivel: los valores mercantiles mixtos.

La consecuencia inmediata de la introducción de una unidad monetaria es la fijación de valores mercantiles. Esto quiere decir, sencillamente, que a cada mercadería concreta se le asigna un valor mercantil, que es un número determinado de unidades monetarias que contiene.

La asignación, a cada mercadería concreta producida, de un valor mercantil determinado en unidades monetarias, da un precio de venta.

La asignación, a cada mercadería concreta productora, de un valor mercantil determinado en unidades monetarias, da un salario.

Precios y salarios son realidades mixtas, concretas-abstractas, ya que resultan de la comparación entre mercaderías concretas (primer nivel) y unidades monetarias abstractas (segundo nivel).

4. Cuarto nivel: los instrumentos monetarios.

Algunas sociedades prehistóricas que tenían un mercado muy dinámico, llegaron, en un momento determinado, a una situación en que los valores mercantiles (precios y salarios), hasta entonces determinados casi exclusivamente por tradición, luego muy estables -como sucede en las sociedades mercantilmente poco dinámicas-, eran establecidos por libre convención entre las dos partes contratantes de cada libre intercambio elemental. Así, precios y salarios fluctuaban y cambiaban, libre y continuamente, no solamente en función del deseo que cada parte tiene de poseer la mercadería que la otra ofrece, sino también en función de las circunstancias ambientales (guerra o paz,; escasez o abundancia; dificultades o facilidades de transporte, de almacenaje...).

En aquél momento, la realidad mercantil llegó a ser tan rica y compleja que se hizo necesaria la invención de nuevas modalidades de intercambio, que permitiesen transacciones mas rápidas y cómodas: surgieron así, en las sociedades mas avanzadas, los instrumentos monetarios.

Los instrumentos monetarios no se han de confundir ni con las unidades monetarias ni con los valores mercantiles, pero suponen la existencia, tanto de los primeros como de los segundos. En una sociedad donde hay definidas unas unidades monetarias y los precios y salarios se establecen libremente, un instrumento monetario consistirá, sencillamente, en la elaboración de un documento contable, compensable internamente a través de un sistema de contabilidad.

Expliquemoslo: el instrumento monetario (que también podríamos llamar documento monetario o signo monetario...) es un documento que registra una libre transacción mercantil, un libre intercambio elemental. Pero su interés radica en el hecho de que permite la desaparición del trueque (el intercambio directo de una mercadería concreta «A» por una mercadería concreta «B») y posibilita el efectuar intercambios diferidos, tanto en el tiempo como en el espacio. El funcionamiento del intercambio diferido a través de documento monetario es el siguiente: imaginemos que la persona «X» quiere obtener de la persona «Y» una mercadería concreta «A» por valor de a unidades monetarias, pero que no dispone de ninguna mercadería «B» que pueda ofrecer a cambio (en una cantidad tal que alcance el mismo valor monetario de a unidades monetarias). Pues bien, entonces «Y» puede suministrar a «X» la mercadería «A», sin obtener a cambio ninguna otra mercadería concreta, pero recibiendo un documento en el cual «X» reconoce una deuda para con «Y» por valor de a unidades monetarias. Si tanto «X» como «Y» tienen cuentas corrientes personales en un establecimiento adecuado, entonces la deuda registrada en el instrumento monetario puede ser inmediatamente compensada por pase de anotaciones entre las dos cuentas corrientes.

Así pues, un instrumento monetario es, simplemente, un reconocimiento de deuda, documentado y compensable internamente a través de un sistema de cuentas corrientes personales.

Este invento tan sencillo, revolucionó el mercado, porque el intercambio diferido es mucho mas ágil y permite mucha mas dinamicidad mercantil que el trueque. A partir de aquí, ya no hace falta inventar nada nuevo en materia de sistema monetario, porque el instrumento monetario es suficientemente flexible para adaptarse a todo tipo de situación, cualquiera que sea su complejidad mercantil. Únicamente debe ponerse al día en función de las realidades mercantiles y las posibilidades tecnológicas actuales. De ello nos ocuparemos en los siguientes capítulos.

5. Conclusiones.

Como síntesis final sobre la naturaleza de los sistemas monetarios, diremos que son realidades complejas -pero no difíciles de entender-, en los que conviene distinguir los siguientes niveles:

  1. unas mercaderías concretas realmente existentes en el mercado (sean mercaderías producidas o mercaderías productoras), que se quieren intercambiar;
  2. unas unidades monetarias, convenciones numéricas abstractas universales, que sirven para determinar con exactitud el valor de intercambio de todas y cada una de las mercaderías concretas anteriores;
  3. unos valores mercantiles (precios y salarios), valores mixtos resultantes de la comparación entre mercaderías concretas y unidades monetarias;
  4. unos instrumentos monetarios, documentos que avisan e informan del reconocimiento de una deuda, por una cantidad determinada de unidades monetarias, de una persona hacia otra, ambas bien determinadas.

La unidad monetaria es una unidad de medida y como tal es radicalmente abstracta. El instrumento monetario es un documento que registra, a la vez, un acto de medida (una medición, consistente en la fijación de un valor mercantil) y un acto mercantil (una transacción).

Y tanto una como otra no tienen, en definitiva, ningún sentido, si no existe una mercadería concreta a medir y a intercambiar contractualmente. Las mercaderías concretas realmente existentes son, pues, el fundamento último de la existencia de unidades monetarias, de valores mercantiles (precios y salarios) y de instrumentos monetarios: es decir, de la existencia de sistemas monetarios.

Podemos servirnos de una sencilla metáfora para comprender la naturaleza instrumental-artificial-abstracta de todo sistema monetario.

Las mercaderías concretas (producidas y productoras) son las realidades de base de todo utilitarismo: las llamaremos realidades primeras, porque son el objeto directo del interés utilitario del hombre.

En cambio, podemos imaginarnos el sistema monetario como un espejo que nos proporciona imágenes de las mercaderías concretas y de los actos del mercado: las realidades monetarias son así realidades segundas, derivadas de las primeras.

Continuemos imaginándonos que, cada vez que dos agentes de mercado realizan una transacción, la mercadería que es el objeto de dicha transacción pasa fugazmente por delante del espejo (del sistema monetario), proyectándose su imagen. La imagen es su valor mercantil (precio o salario). Pero, al mismo tiempo, hay una cámara fotográfica que toma una instantánea de esta imagen y también de los dos agentes que la han provocado: la fotografía obtenida es el instrumento monetario, el documento de lo que ha pasado. La imagen proyectada en el espejo es fugaz, desaparece al finalizar la transacción; pero el documento queda, consignando todas las características de la transacción efectuada. Con respecto a las unidades monetarias, ellas son el esquema, radicalmente abstracto-numérico, de las imágenes anteriores (la imagen del espejo y la imagen fotográfica).

El valor de estas imágenes monetarias es instrumental-auxiliar: sirven para mejor las mercaderías concretas que las originan, pero no tienen ningún valor intrínseco. De valor intrínseco, solo tienen las mercaderías concretas.

Además, es muy importante observar que no pueden existir imágenes monetarias sin mercaderías concretas que las hayan originado. Las realidades monetarias son siempre segundas, derivadas de las concretas realidades del mercado utilitario. 


Notas:

4 Escribimos el término «economía» y todos sus derivados entre comillas, siempre que los entendemos en su acepción actual, ya que nosotros damos a esta palabra, normalmente, un sentido muy diferente, cercano a su sentido etimológico originario (ver capítulo 23).

5 Universal quiere decir etimológicamente, «que vierte las diferentes realidades en un único sistema de intercomparación».

I parte. Introducción. Ensayo sobre moneda, mercado y sociedad. Índice. Ensayo sobre moneda, mercado y sociedad. Capítulo 2. La realidad monetaria a través de la historia. Ensayo sobre moneda, mercado y sociedad.

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