Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 29 de Agosto de 1978. Página 7.
Ha muerto un catalán.
Pronto hará ocho años, a propósito del proceso de Burgos, que empecé en una noche de Navidad una huelga de hambre a muerte. Yo era entonces un capuchino desconocido, escondido en un pueblo de treinta habitantes, de la comarca del Anoia. Pero Josep Maria Batista i Roca, presidente del Consejo Nacional Catalán, residente en el número 5 de Lyndewode Road, de Cambridge, Inglaterra, me escribió una carta al cabo de catorce días, 8-1-1971, que me animaba a evitar la muerte. Ayer muere él y me parece bueno de transcribir sus palabras en favor de la vida.
«Reverendo padre Luis M Xirinacs pbro.
Rector de la parroquia de Santa Maria del Camí.
El Consejo Nacional Catalán sigue con emoción su sacrificio, su ayuno para pedir el respeto al pueblo catalán y a sus derechos, en especial el derecho a la autodeterminación y su libertad a construir su propio Estado Catalán.
Su gesto tiene una mayor valor en medio de tantos catalanes que con indiferencia y insensibilidad ven sin reaccionar como el nacionalismo imperialista totalitario castellano prosigue su política secular de genocidio para destruir la Nación Catalana.
De todos lados surgen intentos de torcer y doblar el movimiento catalán de liberación nacional para someterlo al servicio de causas españolas.
Hay que hacer reaccionar nuestro pueblo para que tome conciencia de los peligros que nos rodean y amenazan la existencia misma de nuestra propia personalidad. Es necesario que las fuerzas catalanas no se dispersen, aunque sea con la ilusión de otros generosos ideales, sino que con sentido realista se concentren todas ellas en la empresa que para nosotros es la primera y fundamental y de la cual todas las demás derivan: la liberación de la Nación Catalana y la Constitución del Estado Catalán, dentro de la cual nuestro pueblo, y solamente él en virtud de su soberanía resolverá democráticamente sus problemas, en todos los órdenes, económicos, sociales, políticos, culturales....».
Y concluye: «Os admiramos y les animamos. No desearíamos acaso que su ayuno llegara hasta el sacrificio supremo. Es la vida de hombres de acción y alta espiritualidad lo que el pueblo necesita.
Josep Maria Batista i Roca, le visité en los últimos días. En la mayor serenidad llegásteis al sacrificio supremo de dejarlo todo con libertad. Su vida de acción y de alta espiritualidad sigue adelante. Ha quedado para siempre instalado en medio de su pueblo.
Lluís M. Xirinacs.