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Los «Cien pasos de una vía de humanidad» de Lluís Maria Xirinacs.
Dolors Marin Tuyà.
Artículos publicados en la revista Penedès Econòmic.

Al servicio de este pueblo.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el diario Avui, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979, traducidos al castellano.

Diario de un senador.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el rotativo Mundo Diario, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979.

Publicaciones:

Mundo alternativo.
Lluís Maria Xirinacs.

Pequeña historia de la moneda.
Agustí Chalaux de Subirà, Brauli Tamarit Tamarit.

El capitalismo comunitario.
Agustí Chalaux de Subirà.

Un instrumento para construir la paz.
Agustí Chalaux de Subirà.

Leyendas semíticas sobre la banca.
Agustí Chalaux de Subirà.

Ensayo sobre Moneda, Mercado y Sociedad.
Magdalena Grau Figueras,
Agustí Chalaux de Subirà.

El poder del dinero.
Martí Olivella.

Introducción al Sistema General.
Magdalena Grau,
Agustí Chalaux.

¿Fué Horace Finaly el último gran banquero?

Horace Finaly (1871-1945).Queremos presentar un auténtico banquero, quizás el último en el Estado francés que pudo desplegar toda su personalidad, imponiendo su política y la filosofía de sus negocios a través del enorme poder de que disponia el banco que dirigía. Nos referimos a Horace Finaly, director general de la Banca de París y de los Paises Bajos.

Su padre, Hugues Finaly, nació en Budapest el 13 de julio de 1844. Israelita, muy pronto se introdujo en los círculos financieros internacionales, y gracias a la influencia de su primo, el barón de Landau, se benefició de la protección de Rothschild.

Hugues Finaly llegó al Estado francés a principios de 1880 y muy pronto se introdujo en negocios franceses. Frecuentaba los dirigentes de la banca francesa y italiana, y cuando esta se fusionó con el Banco de Descuento de París para fundar el Banco de Depósito y Amortizaciones, Finaly ingresó como director-administrador. Al desaparecer el Banco durante la crisis de 1882, Hugues Finaly se dedicó a la puesta en marcha de la Compañía Financiera y Comercial del Pacífico, bajo la égida del Crèdito Industrial y Comercial. A esta Compañía dedicó una actividad sostenida durante diversos años, y asumió también la liquidación.

Fué durante el curso de este negocio que Hugues Finaly entró en contacto con el Banco de París y de los Paises Bajos, formando unos lazos que ni la muerte habia de romper, ya que Hugues Finaly se perpetuó en su hijo.

El 28 de agosto de 1890 Hugues Finaly obtenía la nacionalidad francesa para él y su família. El terreno que pisaba se hacía así definitivamente sólido, y Finaly participó en diversas creaciones, como la Compañía Francesa de Metales, sucesora de la que se había hundido con el crac del cobre, la Sociedad Comercial Francesa de Chile, reminiscencia de la Compañía Financiera y Comercial del Pacífico, la Sociedad Francesa de Perforaciones Mineras... Finalmente, el Banco de París lo envió a presidir la Banca Comercial Italiana.

La carrera de Hugues Finaly fué próspera, pero sin gran brillantez. Como todos los padres cuyos hijos posseen una vocación excepcional, parece que su única misión en el mundo haya sido la de dar la vida a su hijo.

Horace Finaly, nacido el 30 de mayo de 1871 en Budapest, cursó sus estudios al Lycée Condorcet. En retórica y filosofia, sus condiscípulos fueron literatos de la talla de Fernand Gregh, Robert de Flers, Marcel Proust. La licenciatura en derecho completó su formación. Después cumplió el servicio militar en el 54º Regimiento de Infanteria en Compiègne, con lo cual concluyó el primer acto de su joven existencia. Los negocios y la banca habian de constituir sus nuevos dominios, donde se representarian los actos siguientes. Hugues Finaly lo retuvo con él durante algunos años, para iniciarlo en los arcanos de las finanzas, y hizo para su hijo lo que él creía que era mejor, es decir, lo hizo ingresar el 17 de abril de 1900 en el Banco de París y de los Países Bajos.

Horace Finaly cumplía entonces los 30 años. Era ya un personaje muy completo, un israelita de la Europa central imbuido de cultura francesa, a la vez grave y sutil, que acomodaba el autodominio a la violencia y poseía, como toda naturaleza fuera de serie, una reserva de recursos insospechados que utilizaba en el momento adecuado.

La carrera de Horace Finaly en el Banco de París fué extremadamente rápida. El 23 de diciembre de 1902 fué nombrado apoderado, y el Banco le confió algunas misiones en el extrangero. Así, Horace preparó, negoció y concluyó los empréstitos búlgaros de 1902, y los noruegos de 1904.

Tres años mas tarde, Horace Finaly era nombrado subdirector. Su papel en el Banco era cada vez mas amplio, y sus viajes lo llebaban por toda Europa, en el Extremo Oriente, y en América. Un periplo de estudios lo llevó al Japón y a los Estados Unidos precisamente el 1907, es decir, la época en que una fuerte crisis sacudía los USA y sus países deudores. Finaly no pudo hacer nada, pero se dió cuenta de la situación y supo sacar partido. A él se debe, ya en funciones de director, la constitución del Banco Franco-Japonés, del cual fué administrador. Además, perteneció al consejo de la banca privada, del Banco del País del Norte y del Banco Comercial Italiano, donde relevó su padre con un intervalo de 20 años.

El papel que hasta entonces había jugado Finaly en la banca, todo y que no era despreciable, tampoco no era mas que el propio de un cargo elevado. Pero la guerra había de tener para él grandes consecuencias. Por un lado Finaly se consagró en la lucha económica contra Alemania, y por otro lado, contrajo matrimonio. Sin él, la Compañía Nacional de Materias Colorantes no habria visto la luz. Sus objetivos eran muy ambiciosos, ya que en un futuro próximo pretendía abastecer la Defensa Nacional de los productos químicos exigidos para las operaciones militares, y a largo plazo aspiraba a conquistar el mercado mundial de materias colorantes, dominado por la Badische Aniline.

Respecto a su matrimonio, le afectó en lo mas íntimo de su ser. Con Marguerite Aslan se revela bajo su máscara de hombre grave y impasible un pozo profundísimo de ternura.

Durante la guerra, Horace Finaly se dedicó a numerosas empresas en los países neutrales, para conseguir los medios financieros que exigía el avituallamiento de la población francesa en territorio ocupado.

El final de la guerra lo llevó al punto culminante de su carrera, y le proporcionó un gran dolor. En efecto, al acabar el año 1918, Thors, uno de los promotores mas antiguos del Banco de París, renunció a su cargo de director general, el cual se confió provisionalmente a Finaly, haciéndose definitivo el nombramiento el 7 de octubre de 1919. Pero desapareció también la Sra. Finaly, y la pena por su esposa dictó sobre su tumba esta inscripción: «Dilectissima Margarita Suae Çoniux Memor D.D.D.»

El gabinete de trabajo que ocupaba Finaly en el Banco era la antigua sala de la alcaldía del distrito segundo, donde tuvo lugar el matrimonio civil de Bonaparte con Josefina de Beauharnais. Singular coincidencia para quien recuerde las concepciones oligarquicas y la opinión autocrática de Finaly.

Los grandes bancos cuentan con un Consejo de Administración que escoje el Director General. Pero cuando el director general possee una personalidad de gran vuelo, es éste quien inspira, orienta y a veces domina el Consejo de Administración. Esto es lo que sucedió con Finaly.

Una de sus primeras preocupaciones consistió en asegurarse la continuidad de su banco en Marruecos, ya que si Lyautey hizo el Marruecos militarmente y políticamente, el Banco de París lo construyó económicamente. Después se aplicó a extender la influencia del banco en diversas direcciones; ya fuese creando bancos nuevos como el Banco de los Países de la Europa Central, ya fuese introduyéndose en bancos ya existentes, como la banca francesa y italiana de la América del Sur, el Banco Otomano, el Banco de Siria, ja fuese coayudando a la reorganización de entitades como la Banca Industrial de China.

Finaly no había olvidado el proyecto que había trazado al crear la Compañía Nacional de Materias Colorantes. Pero en esta ocasión la suerte fué adversa. La Compañía rivalizó tan amistosamente con la Badische Aniline, que en lugar de aniquilarla terminó por asociarse. Finaly no perdonó nunca a los industriales franceses su indolencia, y no toleró nunca la ingerencia de grupos nacionales industriales en el Banco.

No obstante, trabajó sin descanso en el fortalecimiento del dominio del Banco en ciertos sectores de la industria, así como en la industria eléctrica y sus derivados, mediante la Compañía General de Electricidad o la Compañía General de T.S.F.

El Banco de París se había de convertir con Finaly en la primera banca petrolera. Si bien Finaly intuía la creciente importancia asumida por el oro negro en la economía moderna, no ignoraba tampoco la importancia del instrumento de penetración representado por Inglaterra por el grupo Royal-Dutch-Shell, que contaba con el soporte del Banco Lazard. Finaly resolvió entonces, para contrarestar lo que consideraba como una amenaza, dirigirse a los americanos y concretar una alianza con la Standard Oil. Así nació la Standard Franco Americana (49 por ciento Standard Oil, 51 por ciento Banco de París), de la cual surgiría mas tarde la Esso Standard.

La envergadura de esta iniciativa era inmensa, y sin duda constituyó un acto de alta política internacional.

No obstante, Finaly no se interesaba por la política internacional; la política interior era el objectivo de su atención. Por gusto, y por necesidad. Un banco importante y, sobre todo, un banco de negocios, no puede ser «apolítico». Finaly se había inclinado hacia la derecha, y después se orientó hacia la izquierda. Leon Blum era amigo suyo desde la adolescencia. Painlevé se había introducido en su intimidad. Herriot escuchaba sus consells. Se pretendió que el Banco de París había financiado, aunque fuese en parte, el bloque de izquierdas. Lo cierto es que en 1925 Finaly ocupó un despacho en el Ministerio de Hacienda, muy próximo al del Director del Movimiento de Fondos.

Para poder apreciar lo que significaba este hecho, hemos de manifestar que toda la política del Tesoro se elaboraba en este santuario: preparación de los emprésitos, estado de las reservas dinerarias dia a dia, vigilancia de los cambios, contacto con los grandes organismos financieros.

Era la primera vez, según nuestras noticias, que un banquero de negocios se establecía en la IIIª. República en el mismo cuerpo de la ciudadela del Estado.

Caillaux, ministro de Hacienda, no toleró esta especie de sacrilegio. Así, desalojó Finaly, a pesar de que el Presidente del Consejo era Painlevé. Entonces sucedió lo inevitable. El gabinete Painlevé dimitió el 27 de octubre de 1925, para volverse a constituir inmediatamente... sin Caillaux.

En realidad, Finaly no era de derechas ni de izquierdas, ni anglófilo ni anglófobo, y la política nacional se había de confundir, según él, con la política internacional en la consecución de un objetivo supremo: la reconciliación continental europea.

He aquí porqué la defección de este ideal resultó funesta para Finaly. Painlevé lo urgió a una aproximación con Caillaux. Finaly cedió a instancias de la amistad. Así, en 1931 manifestó su buena voluntad. Moreau, antiguo gobernador del Banco de Francia, se convirtió en presidente del Banco de París y de los Países Bajos. Moreau era un adicto a Caillaux, y tras de sí se perfilaba el Banco Lazard.

El antagonismo entre los dos hombres se hizo evidente en seguida. La lucha duró seis años. Finaly, que había protegido su banco contra la crisis mundial a pesar de un intenso expansionismo, tuvo ventaja en un principio. Pero en 1937 tuvo que inclinarse, y presentó una dimisión que causó estupor en su época.

Este último fracaso no disminuyó en nada la gloria de Finaly. Fué uno de los promotores mas prodigiosos de su tiempo y, rodeado por un ejército de economistas y técnicos, hizo del Banco de París una potencia capaz de operar en igualdad de condiciones con los primeros bancos anglosajones de la época.

A medida que avanzaba en su existencia, mas indescifrable aparecía Finaly, escondido bajo su impavidez, su brutalidad. No obstante, era sensible y caritativo, y poseía una extensa cultura personal. Marcel Proust lo tuvo hasta su muerte entre los privilegiados a quien honraba en sus extensas cartas. Painlevé fué el testimonio del sorgimiento de los recursos insospechados de que hemos hablado antes. Horace Finaly, indiferente a las matemáticas cuando estaba al Lycée Condorcet, descubrió su vocación cuando ya era un hombre, y se elevó al nivel de las especulaciones de un Einstein.

Finaly, como su padre, mostró predilección por Florencia. Tenia dos propiedades, y se complacía en sumergirse en la atmósfera de esta aristocrática ciudad, donde se ejercitó un día el genio político y financiero de los Médici. Su biblioteca, que contenía 66.000 volúmenes, la legó a la Biblioteca Nacional de Italia.

La segunda guerra mundial lo expulsó de Europa. Murió en Nueva York el 19 de mayo de 1945, si bien reposa en Pére Lachaise, en tierra parisiese, no lejos de la capital de la cual fué uno de los señores del momento.


Horace Finaly, banquero francés, nacido en Budapest en 1871 y muerto en Nueva York en 1945. Sucedió su padre Hugues (1844-1914) al frente de la Banque de Paris et des Pays-Bas, Paribas y lo convirtió en uno de los primeros bancos de negocios del Estado francés. (Grand E. Larousse. París, 1972).

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